Ahora se ha tornado todo oscuro.
Hay un reposo de tarde
y un suelo invisible sobre el que tengo
que fijar mis huellas,
y yo estoy sentada, sin moverme.
Dos columnas sustentan la vida que sigue
y el bosque respira
como si hoy fuese uno de esos tantos días
en los que pensé que debía empezar de cero.
No sé por qué hay algo que no me huele
a nuevo. Debes ser tú, o tu espacio.
El mismo sitio donde te has sentado
para que te adore, lo ocuparon otros
y ese refugio de malvas
me ha mantenido así, sin vida.
De nada me sirve mirarte como a un extraño.
Siento el reposo del anciano
viviendo en la orilla del río,
quizás siempre he sabido
que te estaba perdiendo.
Hoy por fin he tenido un rato de tranquilidad y he entrado en tu blog. No voy a decir que ha sido una magnífica sorpresa, ha sido una magnífica confirmación de lo que ya suponía. La poesía, incluso para los que la amamos, a veces resulta dura y difícil pero no es este el caso, en estos versos se palpa el sentimiento y la sensibilidad y nuestras cuerdas más íntimas vibran al entrar en resonancia. Me gusta, te sigo.
ResponderEliminar