De soñarlo
se quedó quieto como la muerte
viendo cómo pasaban sus años
y se refugió en la juventud de las ideas
esperando que madurasen para ser libre,
algún día sería el día preciso para contarlo.
Y fueron pasando los años hasta que se hizo viejo
y, quieto, como el silencio saludó a la vida,
y cerró los ojos,
para despertar al alma y detener el tiempo.
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