cuando el cielo es azul
y son suaves las palabras con las que nos encontramos,
cuando enmudeces ante la ternura
y te derrites como la nata en el café
mientras voy siguiendo tus pasos
por el pasillo hacia el ocaso.
Nos contamos secretos que otros
también se contaron,
y descubrimos la belleza en todas partes
en todos los cuerpos y ciudades.
No somos uno
ni dos enteros complementarios;
el amor no se cuantifica.
Fluye constante.
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